La intervención del Terapista Ocupacional en gerontología gira en torno a una meta: conseguir la máxima independencia posible del anciano para la realización de sus actividades cotidianas y el desempeño de sus roles, la máxima satisfacción y motivación personal y la mayor calidad de vida.

Desde la Terapia Ocupacional se trabaja la prevención, la rehabilitación y/o la compensación de déficit no susceptibles de mejoras. En el ejercicio de la profesión se emplea la ocupación/ actividad significativa como método terapéutico para abordar los trastornos que son propios de este grupo etario, como ser: deterioro cognitivo, trastornos en la marcha, alteraciones sensoriales y afectivas o psicológicas, entre otros.

La intervención se inicia con la valoración y evaluación global de la situación cognitivo-afectiva, niveles de independencia-dependencia funcional (AVD básicas e instrumentales), intereses, habilidades y destrezas ocupacionales, entorno físico-social y los objetivos / expectativas del paciente para detectar las funciones deficitarias y las no afectadas.

Se prosigue con la planificación de actividades que incluyan en su desempeño las capacidades necesarias para alcanzar los objetivos pactados con el paciente/familia Los programas incluyen la adecuación ambiental y estructuración del entorno, orientación a la realidad, psicomotricidad, entrenamiento funcional, facilitación cognitiva y psicoestimulación integral son ampliamente utilizados en el desempeño profesional del terapeuta ocupacional en el campo de la gerontología.

Es sabido que la implicación del ser humano en actividades productivas, de la vida diaria y lúdicas de una forma equilibrada contribuye al desarrollo y mantenimiento de sus estructuras físicas, psicológicas, afectivas y sociales y viceversa. Las alteración de las estructuras cognitivas (memoria, atención, planificación, orientación, comunicación, motivación) y las afectivas acaban influyendo en el resto de estructuras y dificultando la realización de la mayoría de las ocupaciones que venían desempeñando durante toda su vida. Comienza entonces esa disfunción ocupacional que les impide adaptarse, responder a las demandas del día a día, ser independientes.

Desde este punto de vista, la ocupación puede ser utilizada terapéuticamente para enlentecer el deterioro, conservar y/o recuperar aquellas capacidades, habilidades y destrezas afectadas que frenan la independencia ocupacional. La intervención desde Terapia Ocupacional se basará en una continua modificación y adaptación de las actividades de la vida diaria y de los entornos físicos y sociales en los que se desempeñan estas tareas.

Mantener el funcionamiento ocupacional es la mejor arma contra al inactividad, sedentarismo, sentimientos de inutilidad, aparición de conductas problemáticas (vagabundeo, gritos, delirios...) desesperanza y depresión. Continuar realizando actividades en la medida que sea posible mantener la seguridad, contribuye a la orientación, establecimiento de rutinas, disminución de conductas disruptivas, fomentar el sentimiento de utilidad y conservar la identidad personal.

Lic. Jimena Garriga